A
partir de entonces,
la
voz siempre fue fluir extraño.
Sus
labios, también extraños,
fueron
tomando un sabor
a
barrio decadente, ya abandonado.
En
sus manos, ayer gaviotas,
no
había más alas, más rumor alado
que las de, que el de la extrañeza
(su
batir gemía flores muertas).
Todo
fue raro, extraño
a
partir de entonces.
Incluso,
nunca
más repasé el favor
de
sus ojos,
soles
de la memoria,
amaneceres
necesarios,
pan
y sustento.
Todo
aconteció de este modo
a
partir de entonces.
“Em cada dia que passa,
nunca mais revi a graça
dos teus olhos
que eu amei”
nunca mais revi a graça
dos teus olhos
que eu amei”
Ainda, (Madredeus)
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